7/01/2015

Distancia 7 minutos.

Me dispongo a ver una película y el caso es que ni estoy en casa ni tampoco en el cine. La peli que está a punto de empezar es gentileza de Renfe. Voy en el Intercity de vuelta a Zaragoza después de pasar casi 48 horas en Barcelona. 48 horas en las que solo hemos parado de andar para comer y cenar. Creo que no he andado tantas horas seguidas en toda mi vida.
El motivo del viaje fue ir a ver una obra de teatro a la que solo le queda una semana para estar en cartel. El título de la obra es "Distancia 7 minutos". Solo dos hombres y muy buenos por cierto. Quiero decir muy buenos actores, como hombres no tengo ni idea, ni intención de averiguarlo. La obra es muy buena, de las que te hacen pensar, de las que puedes seguir hablando a la salida.
Llegamos a Barcelona a las 10 de la mañana y mi pareja me dijo que como el hotel estaba cerca de la estación, podíamos ir andando y así de paso, parar en alguna cafetería y tomar un segundo desayuno. El primero lo habíamos tomado en casa.
Después de pagar nos volvimos a poner en marcha hacia el hotel. Hotel que según mi pareja "estaba cerca". Pude comprobar que la percepción de las distancias no es la misma para él que para mi. Tres cuartos de hora andando hasta llegar a dicho hotel y una vez en la habitación, he hecho lo que me pedía el cuerpo...¡tomar una ducha! Luis mientras tanto se fue a visitar a un amigo galerista y cuando volvió yo ya estaba preparada para recorrer las calles de la ciudad, visitar sus tiendas y a ser posible, comprarme algo.
Por ello la mañana ha sido un recorrer de calles y tiendas hasta que cerca del MACBE (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) y viendo que ya eran casi las 3 de la tarde, nos hemos sentado en la terraza de un restaurante.
Después de comer, reponer fuerzas y descansar, hemos continuado visitando tiendas y en una de ellas he conseguido encontrar una camiseta que me ha gustado lo suficiente  como para comprármela. Contenta con mi adquisición, hemos cogido el metro para ir a visitar a los primos de Luis que viven en el barrio de Guinardó.
No hemos podido estar mucho tiempo con ellos porque ya eran más de las cinco, el teatro empezaba a las 8 y todavía teníamos que pasar por el hotel a recoger las entradas que nos habíamos olvidado sobre la cama.
Mi pareja, que es muy de buscar todo tipo de información por internet, me dijo que del hotel al teatro, según el susodicho internet teníamos un cuarto de hora andando así es que, aún nos daba tiempo para tumbarnos media hora en la cama a descansar.
Cuando salimos del hotel camino del teatro volví a comprobar que las distancias no son iguales para él que para mí, aunque esta vez la culpa era de internet que debió calcular la distancia basándose en los pasos de algún gigante. Si Luis, que tiene las piernas más largas que yo, tenía que caminar bastante deprisa, imaginaros cómo tenía que caminar yo...corriendo y parando, corriendo y parando y aún así, llegamos a las 8.30, cinco minutos antes de que empezara la obra.
A la salida, volver a caminar hasta encontrar un lugar para cenar, luego vuelta a caminar buscando una heladería que está en una bocacalle de Las Ramblas y sin sentarnos, continuamos caminando hasta el puerto donde buscamos una estación de metro para volver al hotel y la más cercana estaba en Las Atarazanas...tocaba seguir andando. Llegamos al hotel pasadas las 12 de la noche completamente rendidos. Dormimos estupendamente toda la noche y a las 10 de la mañana y después de una agradable ducha, preparamos la maleta, la dejamos en recepción y salimos para seguir pateando las calles, hacernos fotos y mirar tiendas.
La búsqueda ha resultado fructífera porque en una tienda vintage he conseguido dos vestidos por 8 euros.¡Tooomaa! y Luis un par de pantalones por 20.
El cansancio del día anterior y el de toda la mañana caminando por la ciudad estaba empezando a hacer mella así es ya tocaba buscar un tranquilo restaurante para comer y descansar lo suficiente como para seguir mirando y entrando en más tiendas. Así se nos ha hecho la hora de volver al hotel a recoger la maleta y esta vez en metro hemos llegado a la estación de Renfe.
Como he dicho, me disponía a ver la peli del tren, incluso he aceptado los auriculares que ofrecen, pero me acabo de dar cuenta de que es la misma peli que pusieron el miércoles cuando íbamos hacia Barcelona. ¿Tan mal va Renfe como para que repitan la misma película dos días seguidos?
Bueno, no me voy a enfadar, después de todo, que hayan repetido la peli me ha permitido escribir sobre mis 30 horas en Barcelona.