5/08/2015

Mi abuela Florencia.


Llevo unos días pensando en escribir sobre mi abuela, sobre una de mis abuelas llamada Florencia. Creo que ya era hora de que lo hiciera.
Falleció hace muchos años, más de 30 y aunque se fue cuando yo estaba en plena adolescencia, sigo acordándome de ella en bastantes ocasiones. La recuerdo siempre en casa, de hecho vivía con nosotros...o nosotros con ella. Cuando mis hermanos y yo nacimos, lo hicimos en su casa, en la calle San Pablo 118 porque mis padres vivían con ella, pero a los pocos años pudieron comprarse un piso (por 150.000 pesetas) y nos trasladamos allí y entonces mi abuela se vino con nosotros.
Eran esos años en los que lo normal era que los hijos se llevaran a sus padres a vivir con ellos cuando se hacían mayores. Lo de llevarlos a la residencia era una opción imposible para la mayoría, incluso estaba mal visto entre los familiares, amigos y vecindario en general, porque parecía que los abandonabas.
La recuerdo divertida, con sentido del humor, un poco irónico. Ese sentido del humor incluía a veces reírse sin maldad de mí.  ¿El motivo? pues que cuando yo que solo era una cría, me enfadaba por cualquier cosa y eso, parece ser, le hacía gracia. Que se cachondeara de mi enfado me enfurecía más y entonces los demás se divertían a mi costa. Era un círculo vicioso, la pescadilla que se muerde la cola y oye, mira que han pasado años...pues yo sigo igual. Todavía no he aprendido a tomarme en broma cuando mis amigos me hacen "rabiar" y por eso ellos insisten...
Mi abuela Florencia no era muy alta, estaba un poco gordita y no tenía muy buena movilidad. Debía tener mal la columna porque siempre caminaba torciéndose hacia su lado izquierdo.
Supongo que tuvo una vida dura, como tantas y tantas mujeres de su generación. Vivió la guerra civil teniendo ya tres hijos a los que tuvo que dejar repartidos entre familiares y conocidos, para poder huir con su marido y evitar que, en el mejor de los casos, les encarcelaran por sus ideas anarquistas.

Mi abuela Florencia era curandera y claro...curaba. Yo veía llegar gente a casa, entonces mi abuela se iba con esa persona a una habitación y allí, después de hacerle una serie de preguntas y saber bien cuál era su problema, le mandaba hacer o tomar lo que creía que le ayudaría y según tengo entendido...lo conseguía.
Sé y además lo vi con mis propios ojos, que curaba algún tipo de eccema y me contaron que un hombre al que habían desahuciado los médicos, fue curado por mi abuela y que alguien que llevaba gafas de "culo de vaso", es decir con muchas dioptrías, se llegó a quitar las gafas y pudo enhebrar agujas sin ellas.
Mi abuela no solo curaba problemas del cuerpo, también ayudaba a resolver problemas personales y aunque sea difícil de creer yo lo voy a decir, tenía la posibilidad de comunicarse con las personas que habían abandonado este mundo, personas que habían dejado su cuerpo aquí pero cuya alma o espíritu seguía estando en algún sitio, porque yo, a pesar de ser solo una adolescente cuando mi abuela nos dejó, me enteraba de muchas cosas.
Mi hermana y yo lo "sospechábamos" pero en casa no se habló del tema con nosotras hasta que ella falleció y tampoco preguntamos mucho sobre ello. Nos dijeron que lo de hablar con personas que habían fallecido no quería hacerlo, porque se quedaba exhausta después de cada sesión, pero yo veía que a mi casa iba gente de Zaragoza y de los pueblos de alrededor, que salían muy agradecidas, que volvían y que recomendaban a otras personas.
A mi abuela no le pagaban por lo que hacía, pero los que podían le llevaban alguna cosa por poco que fuese, como algo de fruta o verdura. Una vez recuerdo que incluso le llevaron un conejo vivo y del que no voy a decir cuál fue su final. Pero a mis hermanos y a mi, quien realmente nos gustaba que visitara a mi abuela era un señor que tenía un puesto de chuches y a la que después de la consulta le pagaba con una bolsa llena de chuches de todo tipo y que cuando él se iba, mi madre se encargaba de repartir entre nosotros tres. Chicle para tí, chicle para tí y chicle para tí, gominola para tí, gominola para tí, gominola para tí, chupa chups para tí, otro para tí y oh, solo hay dos...bueno, pues a cambio dos caramelos para ti...y así hasta repartir todo el contenido de la bolsa.
A veces me pregunto porqué teniendo ella la posibilidad de contactar con el más allá, no se ha puesto nunca ella en contacto con nosotros...
Esa era mi abuela, una persona que nos contaba cuentos, que nos enseñó canciones, que nos daba friegas en la tripa cuando esta nos dolía, una persona que hacía la mayonesa a mano con un mortero de madera, una persona que ayudaba a la gente a cambio de nada, una persona que cuando tuvimos la primera tv, nos decía que nos sentásemos bien en los sillones porque pensaba, que al igual que nosotros podíamos ver a las personas que salían en la tele, ellos tenían la posibilidad de vernos a nosotros en casa. Una persona que nos dejó cuando solo tenía 72 años.
Esa era mi abuela Florencia, una persona excepcional a la que a veces me parece sentir cerca...o quizá sea solo el deseo de que así sea.