11/05/2011

Las salidas del club del martes.

Jejejeje. Quiero aclarar que con el título "Las salidas del club" no me refiero a ninguna persona, sino a la acción de salir al centro de la ciudad. Lo aclaro porque estas chicas son muy majas pero también muy sensibles y se ofenden enseguida.
En esta ocasión habíamos planeado irnos a comer un chocolate con churros para con su energía, poder enfrentarnos al invierno que se nos avecina, pero a última hora, justo cuando íbamos a coger el autobús hubo cambio de planes.
Loli propuso dejar para más adelante lo de meternos un chute de chocolate en el cuerpo y en su lugar irnos de compras y me dije: "Bueno, meterse en el cuerpo un chute de ropa nueva tampoco está mal" y vinieron a mi mente nombres de tiendas muy conocidas, pero en la mente de Loli estaba ir de compras a un mercadillo, el mercadillo de Ozanam que como todos los años para estas fechas tiene lugar en el Auditorio.
El recorrido por los puestos empezó bien. Éramos siete pero íbamos todas juntas de puesto en puesto mirándolo todo. Algunas ya empezaban a elegir cosas después de pedirnos opinión a las demás. De hecho, del segundo puesto Loli ya salió con un vestido nuevo. Se metió en el probador, salió con él puesto y las demás le dimos nuestra aprobación.
La visita al mercadillo transcurría con toda tranquilidad, nadie se separaba del grupo, pero todo ese orden que estábamos manteniendo desapareció a partir del cuarto puesto. A partir de allí y sin saber por qué, dos de las chicas se dirigieron a otro puesto de ropa, tres tiraron por otro pasillo, otra dijo (al menos esta avisó) que se iba a uno de bisutería y yo me quedé anclada sin saber hacia dónde ir, ni a qué grupo seguir. Yo es que no estoy acostumbrada a ir de compras con un batallón de mujeres. Es algo que me gusta hacer en privado para ir a mi aire y sin preocuparme por dónde andan los demás.
En esa duda trascendental de tener que elegir un camino en mi vida vi a Mª Pilar y a Mª Jesús tratando de elegir un muñeco de entre una montaña de ellos. Entonces mi parte infantil tiró hacia allí e incluso me hubiera quedado con alguno de ellos.
A pesar de que le dimos algunas sugerencias...y mira que había para elegir, Mª Pilar no se decidió por ninguno, pero no por nada en particular, es solo que si en el diccionario buscas la palabra "DUDA", en lugar de una descripción, encontrarás su fotografía. ¡Qué de tiempo pierde antes de tomar una decisión!
Por supuesto salimos de allí sin ningún muñeco y seguimos recorriendo los puestos encontrándonos por algunos pasillos, con otras dos de las chicas del grupo que nos enseñaron lo que habían comprado.
Se hacía tarde y teníamos que dejar el Auditorio y fue entonces cuando M.Pilar quiso volver al puesto donde estaba la montaña de muñecos. Le acompañé y allí volvimos a revisarlos todos y ella seguía sin decidirse. Aburrida de esperar, abandoné la montaña de muñecos porque al otro lado del puesto vi una caja llena de pequeños y variados muñecos. Entre estos sobresalía un pequeño patito amarillo con pico naranja. Era el típico patito de goma para jugar en la bañera. Era el patito que desde hacía tiempo había querido tener...y estaba allí, solo había uno y podía ser mio.
Me olvidé de Mª Pilar y sus muñecos (que no estoy diciendo que sea ventrílocua) y me acerqué al patito. Pregunté a la dependienta el precio y me dijo que un euro pero que tenía que llevarme seis de esos juguetitos.
_¡¡Qué!! ¿Seis juguetes por un euro?-_ le dije. Pero es que solo quiero el pato...
_Ya, pero te tienes que llevar cinco juguetes más.--Me respondió.
Todavía perpleja por el hecho de comprar 6 por un euro, elegí un muñeco de tarzán vestido solo con un taparrabos (y eso que no tenía rabo) A dicho tarzán se le podía mover la cabeza y las cuatro extremidades. Hasta el taparrabos se podía levantar para ver lo que había debajo...poca cosa, la verdad.
Otro de los elegidos fue un soldado al que también se le podía mover todo. Cogí un monstruo de hierro al que si le pones una pequeña pila se le encienden los ojos y un bicho de plástico duro que no tengo ni idea de lo que es. Para completar el lote de seis muñecos por un euro, me llevé un pez de goma de color naranja y que al apretarlo, chufla.
Con el lote en una bolsa de plástico miré a M.Pilar y allí seguía ella, desmoronando la montaña en busca del muñeco perfecto que es como encontrar al hombre perfecto, es decir, una utopía. Me acerqué para enseñarle mi compra pero ni caso me hizo y ella a lo suyo solo decía, que si este es feo, que si este otro está sucio, que si ese otro de más allá parece que está usado, que si este pesa mucho...¡¡uff!!
Las demás chicas se iban acercando preocupadas por el rato que llevábamos allí y fue entonces cuando una sillita para pasear los muñecos llamó la atención de M.Pilar que se puso a mirarla desde todos los ángulos posibles, incluso intentó plegarla (sin éxito). Por un momento pensamos que cambiaría de idea y al final se decidiría por la sillita, pero como solo costaba 5 euros no descartó la idea de llevarse también el dichoso muñeco que todavía seguía sin encontrar.
Hartas ya de tanta duda y tanta espera, se acercó Loli y con todo su remango, movió un par de veces la montaña de muñecos y entonces vio uno precioso, bonita cara, no pesaba mucho, parecía nuevo y con bonitas ropas. ¿¿¿Cómo no lo había visto antes M.Pilar???
Con él en la mano, se acercó a la dependienta y le dijo, 10 euros por el muñeco y la sillita y a pesar de que solo el muñeco ya costaba 15, la dependienta aceptó enseguida y no me extraña...¡¡las ganas que tenía de que desapareciésemos de allí!!. Apuesto a que si llegamos a tardar más, hasta nos hubiera dado dinero para que nos fuésemos.
¡¡¡Al fin estábamos en la calle!!! y antes de coger el tranvía para volver a casa, nos sentamos en una terraza para tomar algo y comentar las compras.
A las 10 de la noche estábamos de nuevo en nuestra calle haciendo planes para la salida del chocolate. Es algo que nos apetece mucho y espero que se haga pronto, antes de que el frío intenso del invierno nos quite las ganas de salir de casa a las 7.15 de la tarde, porque si al frío le añadimos que a esa hora ya es de noche, la verdad es que da pereza.
No se a qué mente brillante se le ocurrió que era bueno retrasar la hora en octubre. Salir a esas horas siendo noche cerrada más bien parece que nos vamos de marcha discotequera a beber cubatas, en lugar de salir a tomarnos un inocente chocolate con churros.
No tenemos que dar explicaciones a nadie pero el vecindario puede hacerse sus historias.
Las pocas fotos...aquí.