8/13/2011

La Ruta Dalí.


¡Vaya verano que llevo siguiendo la ruta de diferentes artistas!
Cual Sherlock Holmes del arte hemos aprovechado estos meses de asueto para averiguar y conocer por dónde pasearon y vivieron y los paisajes que pintaron Van Gogh, Cezzane, Picaso y Dalí.
Con ese motivo, en Junio recorrimos Arlés, Aix en Provence y Avignon y ahora en agosto, concretamente el pasado miércoles 10 y el jueves 11, visitamos la casa de Dalí y Gala en Portlligart y el Museo Dalí en Figueras.
Salimos a las 9 de la mañana del miércoles- sí, ya se que esa hora es tarde para salir de viaje- pero es que odio madrugar para viajar. ¡Fíjate tú! Sería más fácil de entender si fuera para ir a trabajar pero no, yo odio madrugar para viajar. Quizá porque la noche anterior no suelo dormir bien por los nervios.
El caso es que pasamos a recoger a Daniel a la puerta de su casa- siempre ha sido muy señorito- y a las 9.15 ya estábamos en la autopista.
Cinco horas de viaje con dos paradas en el camino para tomar algo, estirar las piernas y hacer pipí.
Nuestro destino era Portlligart para ver la casa de Dalí, aunque antes hicimos una parada corta en Cadaqués, lo justico para dejar el coche en un parking y tomar algo para comer, que ya eran las dos y media y el estómago no entiende de arte.
A pesar de que la parada allí fue corta, pudimos ver algunas calles y también la playa de piedras y lo que vimos, nos gustó y es que después de cinco horas de viaje, el solo hecho de ver el mar tan de cerca, nos levantó el ánimo.
Nos dijeron que la casa de Dalí estaba muy cerca, tan solo a un cuarto de hora andando y claro nos animamos a caminar cual peregrino haciendo el camino de Santiago. Lo que se "olvidaron" de decirnos es que ese cuarto de hora a las tres y media de la tarde y con un camino cuesta arriba, puede ser matador. Pero somos fuertes, muy fuertes y cabezones también. Habíamos ido allí a ver la casa y no íbamos a reblar fácilmente.
Fué una alegría ver un poco antes de llegar, las cabezas y el huevo que Dalí colocó sobre el tejado de su casa. Mucho más bonito que ver unas antenas de televisión. ¡Dónde va a parar!
Eran casi las cuatro de la tarde y en nuestros tickets ponía que nuestra entrada sería muy taurina, es decir a las 5 de la tarde.
El tiempo de espera lo disfrutamos tumbados y sentados sobre unas rocas a orillas de la cala que hay a unos metros de la casa. ¡Qué relajante momento! Mirando al mar soñé...
La visita empezó puntualmente y en grupo de 8 personas entramos en la casa para conocer un poco más cómo vivía el genial Dalí y su esposa Gala.
Fué muy interesante el recorrido, nos lo pasamos muy bien visitando cada habitación de la vivienda. Quizá es que hay algo de voyeurismo en cada uno de nosotros, porque disfrutamos mucho viendo cada uno de los pequeños detalles de la nada normal casa de Dalí.
Como estaba permitido hacer fotos, las cámaras de los turistas que allí estábamos, echaban humo. Había tantos rincones, tantos detalles que fotografiar...
La visita terminó en un bonito jardín donde hay un pequeña piscina y hasta una zona chill-out. Al salir del jardín, dejábamos atrás la visita y entonces volvimos andando a Cadaqués donde en una cafetería a escasos cinco metros de la orilla del mar, tomamos un refresco.
Observando a los bañistas, mi pareja pudo reconocer a un famoso cantante catalán de los 70's, un autentico cantante de la sicodelia catalana llamado Pau Riba que a mí me sonaba su nombre pero que ni idea de cómo era físicamente.
Según dijo Luis, físicamente ya no era lo que era pero...¿quién no ha cambiado en 40 años? Claro que algunos cambian con más elegancia que otros y Pau Riba viendo el resultado, de elegante nada de nada.
Mientras tomábamos los refrescos veía el mar tan cerca que pensé que no podía marcharme de allí sin meterme dentro. Como no llevaba bañador pero si un pantalón pirata, lo que hice fué meterme hasta la rodilla...¡genial! el único problema fué que la playa es de piedras en vez de ser de arena y yo no sé caminar sobre ellas. ¡¡Qué torpe por favor!! Menos mal que no había ningún paparazzi por allí cerca que inmortalizara con su cámara mis posturas al andar sobre las piedras.
Al finalizar las bebidas y cuando ya se me habían secado los pies, cogimos el coche y pusimos rumbo a Figueras. Allí teníamos el hotel y el cuerpo ya nos pedía un descanso. Allí nos duchamos, descansamos y salimos a conocer la ciudad y a buscar un buen sitio para cenar.
Después de cenar en una terraza en la calle, nos cambiamos a otra para tomar unas bebidas, un póleo menta y unos helados.
A la mañana siguiente de vuelta a otra terraza, esta vez para tomar el desayuno. ¡¡Dios, que a gusto se desayuna estando de vacaciones con gente a la que quieres!! Al terminar nos fuimos al Museo de Dalí que estaba a escasos metros y aunque tuvimos que hacer cola... mereció la pena.
No puedo describir con palabras todo lo que hay allí, por eso hice las suficientes fotos para que podais verlo vosotros mismos. Solo diré que salimos muy contentos de la visita.
Lo que hicimos al salir fué buscar un local para tomar un vermut, pero cambiamos de idea cuando vimos un bar antiguo y entramos a tomar unos granizados de limón y una horchata.
Después buscamos un restaurante y al salir, ya con la tripa llena, tomamos café en otro lugar muy agradable. A partir de ahí, el grupo se dividió. Los chicos y yo habíamos decidido que antes de dejar Figueras visitaríamos el Museo del juguete antiguo, pero esta vez Luis prefirió callejear.
En el Museo del Juguete pasamos un buen rato viendo los juguetes con los que jugaban nuestros padres y abuelos, aunque no sé por qué, yo salí de allí con un poco de tristeza.
Hice fotos, por supuesto, porque algunos de esos juguetes me impresionaron. Había un altar de iglesia con figuritas de curas y monaguillos, que digo yo que sería para jugar a repartir hostias. Creo que hacía falta estar muuuuy aburrido para ponerse a jugar con eso. Era la versión antigua de los Plays de Famobil.
También había una colección de muñecas, algunas de ellas de trapo, cuya mirada me daba miedo. Le hice fotos a un par de muñecas que me imagino serían las Bartbies de comienzos del siglo pasado.
Otro muñeco tumbado sobre una camilla de cristal servía para jugar a médicos...o a Jack el Destripador, porque el instrumental que había cerca del muñeco y sobre la camilla, eran objetos tan poco tranquilizadores como una sierra y unas tenazas. Como para ponerte en manos de un médico en aquella época.
La variedad de juguetes era tal, que hice fotos para que pudierais disfrutar vosotros también.
Al terminar la visita, cogimos el coche y vuelta a casa.
Otras cinco horas, esta vez con una parada para descansar y una retención por un accidente cerca de Barcelona.
Llegamos a la casa a las 11 de la noche, cansados pero contentos, muy contentos por los dos días que habíamos pasado siguiendo la ruta de Dalí.
¿Quién será el próximo pintor a quién vamos a seguirle la pista?

Aquí podréis ver las fotos. Disfrutad.