6/30/2011

Caperucita Roja.

A todos en algún momento de nuestra infancia nos han leído alguno de los cuentos infantiles tan clásicos y conocidos como "La Cenicienta", "Alí Baba y los 40 ladrones", "Blancanieves y los 7 enanitos", "Hansel y Gretel", "Los tres cerditos"...y cómo no, el más famoso de todos ellos "Caperucita Roja".
Yo soy una de esas niñas a las que no solo me los leyeron si no que también los oía por la radio de entonces y aunque yo no se los leí a mis hijos, otros familiares lo hicieron.
Tengo que reconocer que nunca me gustaron mucho ese tipo de cuentos, al menos desde que empecé a pensar y razonar por mí misma. No me convencen sus moralejas.
Y hete aquí ¿quién me lo iba a decir? que muchos años después...o no tantos, el cuento de Caperucita Roja iba a volver a mi vida, aunque no con la misma historia.
Se va a inagurar una exposición con el título genérico de este cuento y mi pareja, artista de esta ciudad, se ha metido en el mundo audiovisual para presentar un vídeo. En él aparece, un hombre (el lobo) y tres mujeres (las caperucitas rojas).
Me ofrecí para ser una de esas caperucitas. Si, es que tengo unas raíces de actriz que afloran en cuanto veo una oportunidad de actuar y además me gustaba la experiencia aún sabiendo los nervios que iba a pasar.
El vídeo trata de mostrar la humillación del lobo por parte de las 3 caperucitas y también cierto tipo de redención, pero eso es algo que el director explicará (si lo desea) mejor que yo.
Si él me deja, publicaré el vídeo en cuanto acabe la exposición. De momento aquí dejo algunas de las fotos que tomé con mi cámara.
Fueron hechas para intentar relajarnos un poco antes de la grabación, aunque también hay alguna hecha al final de la performance, como la que le hice al "lobo" tal y como quedó al final de los casi 40 minutos que duró el acto.

Aquí están las fotos y el vídeo...en cuanto me dejen.

6/26/2011

Vacaciones por la Campiña Francesa.

Sin planearlo demasiado decidimos viajar por la Campiña Francesa para hacer la ruta de los pintores por algunos pueblos. Y ahora aquí estamos tomando el desayuno a las 12 de la mañana, que aunque para los autóctonos es ya la hora de comer, nosotros todavía estamos con el horario español.
El hotel elegido está situado en pleno campo. El camino hasta llegar a él es una carretera con altos árboles a ambos lados cuyas copas se juntaban en lo alto dejando pasar el sol entre sus hojas, pero de manera tamizada y no molesta.
A cierta altura de este camino arbolado hay un desvío privado. Este camino es de tierra y después de ciertos baches se llega al hotel.
El hotel es precioso. Es una gran casa muy tranquila y rodeada de árboles. Bajo nuestros balcones y bajo frondosos árboles hay unas cuantas mesas donde los clientes toman el desayuno y cenan. De hecho allí cenamos anoche cuando llegamos porque era muy tarde para bajar al pueblo y para encontrar allí algún restaurante abierto.
Como digo, allí en esas mesitas bajo los árboles cenamos anoche, pero no lo hicimos solos. Además de varios clientes, había un ejército de mosquitos que también decidieron no bajar al pueblo y quedarse allí a chuparnos la sangre.
Los camareros, que nos veían manotear al aire espantándolos, nos rodearon de velas antimosquitos pero que no sirvieron de nada, incluso creía oir el cachondeo de los chupócteros cuando nos vieron rodeados por las velas. No se amilonaros y siguieron allí. Al final de la cena, Luis ya llevaba cinco abones...yo, ninguno. Debo de tener la sangre fría...pero el corazón caliente.
El pueblo que está mas cerca del hotel es Arlés y está a 5 kilómetros. En cuanto acabemos el desayuno iremos a visitarlo.
Ya hemos vuelto al hotel con bocadillos y algo de postre para cenar a la hora que se cena en España, es decir, a las 10.30 de la noche.
Hemos pasado el día callejeando por Arlés...cuestas por aquí, cuestas por allá. Nos ha quedado poco por ver, un ejemplo es que Luis incluso ha visitado el cementerio y ha fotografiado algunas lápidas. No es morbo, yo entiendo que en esos sitios también hay cosas curiosas, pero aún así, yo pasé de entrar allí y me quedé a esperarle sentada en la sombra.
Hemos visto un precioso y bastante grande Circo Romano y un Teatro Romano también. Oye, me he dado cuenta de que estos tíos estaban en todas partes.
Luis me comentó que le gustaba más el románico que hay en España.
Hemos tenido un día de sol, Luis se ha comprado, bueno, le he regalado una gorra de mimbre para que no entre el sol y que a su vez, deje pasar el aire. Lo bueno es que este pueblo tiene muchos paseos arbolados y eso nos ha ayudado a soportar mejor la temperatura.
Nos hemos acercado al río, al Ródano...¡pedazo de río! No me extraña que los catalanes hayan sugerido al gobierno español, que compre agua de este río para llevar a los pesados de los valencianos y murcianos que no paran de pedir el trasvase del Ebro.
Había barcos navegando por él, y cuando digo barcos, no me estoy refiriendo a los barquitos del Ebro que solo navegan durante dos meses al año. Estoy hablando de casi transatlánticos. Igual me he pasado un poco, pero de verdad que eran grandes, grandes.
Por la tarde, y después de tomarnos unos granizados de cocos, hemos comprado unos sandwiches y un postre y hemos vuelto al hotel a cenar en la habitación. No queríamos cenar en el jardín del hotel. Nos negamos a que los mosquitos terminaran el trabajo que habían empezado la noche anterior en el cuerpo de Luis. Después de todo, se ha pasado casi todo el día rascándose los abones.
Mañana tenemos planeado visitar otro pueblo, este un poco mas lejos. El pueblo es Aix en Provenze.
Ya hemos vuelto al hotel.En este pueblo hemos disfrutado mucho. Es precioso, más grande que el de ayer y con mucho turismo.
Tengo ahujetas en las piernas de tanto andar. Tiene tiendas tan monas y rincones tan agradables...
Hemos visitado iglesias porque eso también forma parte de las visitas cuando se llega a un pueblo o ciudad y además porque dentro se está muy fresquico y se puede descansar sentada en los bancos. Lo de entrar y descansar ha sido sugeriencia de Luis y hemos disfrutado de un pequeño concierto de órgano que una pareja estaba ejecutando (en el mejor sentido de la palabra).
La iglesia olía y bastante a lo que tiene que oler una iglesia...a incienso, aunque me ha parecido tan intenso el olor que al final yo he sugerido irnos.
Ya en la calle vuelta a caminar y al poco rato Luis sentía que el sol estaba calentando mucho su cabeza y entonces es cuando se ha dado cuenta de que no llevaba el gorro que yo le había regalado y recordó que al entrar en la iglesia lo había dejado sobre el banco.
Hemos vuelto a buscarlo sin muchas esperanzas la verdad, pero ¡oh! allí estaba. No pensábamos encontrarlo porque cuando habíamos estado dentro, Luis me había dicho si quería poner una vela a algún santo y yo le había contestado que no pagaba 3 euros por encender una vela y menos aún para que se los quedaran los curas. Por este motivo pensé que seríamos castigados no encontrando el gorro, pero no fué así. Quizá al encontrarlo si que deberíamos haber encendido una...como agradecimiento, digo.
Por la tarde volvimos a comprarnos algo para cenar y nos lo llevamos al hotel.
La salida del pueblo se nos complicó un poco y salimos a otra carretera diferente que Dios sabe a dónde iba, pero que nosotros no teníamos ni idea y como no soy muy fan de ir a la aventura, me empecé a poner nerviosa...pero no dije nada por no empeorar la situación.
Paramos, preguntamos y por fin, encontramos el camino correcto y solo entonces Luis me preguntó si ya estaba tranquila. Le respondí que solo lo estaría cuando aparcase el coche en la puerta de casa, en Zaragoza.
Cuando ya estábamos tranquilos porque íbamos por el camino correcto, apareció una bifurcación y en cuestión de segundos tuvimos que decidir hacia dónde tirábamos y...tomamos la equivocada. Dicha carretera nos desvió hasta Arlés y desde allí, al hotel. Yo creo que todo esto venía por no haber puesto la dichosa vela. Nunca 3 euros nos habían dado tantos problemas.
Tomé una ducha, cenamos, vi las fotos en el portátil y volví a disfrutar reviviendo la visita a Aix en Provence.
Hoy día 23 hemos salido sobre las 10 de la mañana para pasar el día en Avignon, ciudad con más de 5000 años de historia.
Avignon fué residencia de Papas y cardenales en el siglo XIV. Es una ciudad medieval, muy tranquila y con mucha riqueza cultural.
Tiene el mayor número de edificios históricos por m2 de Europa. Rodeada por murallas, la ciudad la domina el Palacio de los Papas, declarado Patrimonio Mundial po la Unesco.
Por problemas políticos, en 1300 más o menos, el Papa de traslada desde Italia y se refugia en esta ciudad imponiendo Avignon como capital del Occidente Cristiano y conoce entonces una mutación urbana que marca de manera indeleble el paisaje urbano.
Hemos visitado dicho palacio y aunque estaba prohibido hacer fotos en las habitaciones donde había frescos (estoy hablando de las pinturas) he podido hacerlas en otros rincones y habitaciones y hemos llegado hasta la terraza desde donde hemos disfrutado de unas vistas preciosas de la ciudad.
Vuelta al hotel y vuelta a perdernos. Esto ya se está convirtiendo en una costumbre. Espero que la vuelta a casa no tenga tantas complicaciones.
Han sido 5 días y 4 noches en los que el único español que he escuchado ha sido el que hablaba con Luis. No tengo idea de francés y ya me estaba empezando a hartar un poco porque no podía comunicarme con nadie...con lo que me gusta a mi hablar con la gente. Menos mal que Luis, se ve que aprovechó bien el bachiller y le quedó un buen poso del idioma francés, porque no hemos tenido ninguna complicación.
Ya estamos de nuevo en casa, ya ha pasado todo y casi siempre es ahora cuando yo empiezo a disfrutar de los viajes.
Hemos vuelto sanos y salvos y me quedan los recuerdos, las fotos y las conversaciones con los amigos.
Para todos los que no teneis Facebook os dejo aquí estas fotos, testimonio gráfico de nuestras vacaciones por la Campiña Francesa.