2/20/2011

Fin de semana.

19 de Febrero, cumpleaños de mi pareja y en la clase de Latinos se decide que ese día celebremos la cena de fin de año. No, no es que lo quisiéramos celebrar con mucha antelación, es que lo íbamos a celebrar con casi dos meses de retraso.
Elegir un local donde den de comer y que luego pongan Salsa (y no para untar, precisamente) no es fácil. Esta vez se encargó Jesús y eligió el Q4.
La cena, como casi siempre sucede cuando reservas para varias personas, el menú que ofrecen no vale lo que cuesta. En la cena estuvimos 12 +1 pero más tarde se unieron 4 más.
Es la primera vez que salgo de noche y vuelvo a casa con la ropa oliendo a Lolita Lempika (mi actual colonia) gracias a la ley antitabaco. Lo siento por los fumadores pero seguiré peleando para que ya no haya marcha atrás.
Volví casi a las 4 de la mañana después de haber bailado un montón pero en absoluto cansada. Me acosté y traté de descansar porque cuando me despertase, tenía una agradable comida familiar. Con 24 horas de retraso celebramos el cumpleaños de Luis. La verdad es que no tenía hambre, pero sueño, un montón.
No todos los fines de semana son tan movidos pero de vez en cuando, el cuerpo "me pide marcha".
Más fotos aquí.

2/06/2011

Paseo en bici.

Esa mañana cogí la bici aún siendo consciente de que no sé manejarla con la suficiente soltura. Bueno, la verdad es que hay poca estética en mi manera de circular con ella...pero no me rindo.
Media hora circulando con ella fué suficiente para agotarme física y mentalmente,así es que decidí tomarme un respiro. Aprovechando el buen tiempo, elegí una terraza del centro.
Allí sentada con mi cerveza en la mano, me llamó la atención la diferente "fauna", con perdón, que puebla este planeta. Veamos:
En la acera de enfrente había tres músicos que por su aspecto, deduje que eran europeos del norte y que tocaban los instrumentos muy bién, lo cuál era bastante de agradecer, teniendo en cuenta que a dos mesas de donde yo estaba, había un chaval joven, supongo que esperando a alguien y que para hacer mas corta su espera, escuchaba a través de sus auriculares, la música que salía de su móvil a una potencia tal, que sin habérselo pedido hacía partícipes de sus gustos musicales a todo ser viviente que estuviera a 5 metros a la redonda. No quiero ni imaginarme los problemas auditivos que ese chico tendrá dentro de unos años.
Aparté mi vista de él para seguir fijándome en los demás mortales y de repente mis ojos se detuvieron, y ójala no lo hubieran hecho, en un ser, en una persona o en un ente, que se dedicaba a rebuscar en el interior de una papelera.
Sin mover un solo músculo de su cara que mostrara un signo de alegría, sacó de dicha papelera un medio bocadillo envuelto en papel de plata y ni corto ni perezoso lo desenvolvió y empezó a comérselo.
Llevaba un abrigo, que si le proporcionaba algo de calor sería debido a la gran cantidad de mierda que llevaba encima, aunque la suciedad del abrigo competía con la que llevaba en el pelo...¡¡qué horror!! Difícil de describir lo que estaba viendo.
Llevaba el pelo largo, muy largo. Una melena que le bajaba por debajo de los hombros pero la tenía toda tan apegotonada, que ni se movía, su melena era una sola pieza. Daba la impresión de que llevaba puesta una redecilla.
Me tenía tan impresionada, que no podía apartar mis ojos de él a pesar de que su pelo me provocaba ganas de vomitar. Seguro que más de uno sabe de quién hablo. El caso es que si se cortara el pelo, se duchara y se pusiera ropa limpia, sería hasta agradable porque la verdad es que su cara tiene una expresión simpática.
Dejé de mirarle para que él pudiera seguir comiéndose el bocadillo libremente, sin ser juzgado por mí y también para evitar que yo terminara vomitando.
En medio de la acera ví a un señor mayor, muy mayor, yo diría cercano a los 80, que sentado en el suelo con un cartel delante pedía dinero. Moviéndome un poco pude leer lo que ponía en el cartel. Decía: "Una ayuda por favor. Tengo cuatro hijos". Me sorprendió el mensaje porque el hecho de que alguien pida dinero para alimentar a sus cuatro hijos, tiene sentido si los hijos son pequeños, pero la elevada edad del señor hacía suponer que el más joven de ellos no debía de tener menos de 30 ó 35 años y entonces me pregunto ¿Por qué demonios esos hijos no se hacen cargo de su padre? ¡¡Uff!
Lo siguiente que pude ver fué un señor paseando, sujetando con una mano un palo largo en cuya parte más alta había una bandera o estandarte y un ramo de flores de plástico atado. En la otra mano llevaba un cartel que no pude leerlo bién pero que decía algo religioso porque pude ver la palabra Dios.
Lo primero que hice fué mirar el botellín de cerveza que yo tenía sobre la mesa. Todo eso que había visto en un solo momento tenía que ser consecuencia del alcohol, pero no, mi cerveza era sin, como siempre, así es que debía ser verdad toda esa gente rara que había estado pasando por delante de mí.
Volví a coger la bici y me fuí de allí. Viendo mi estilo circulando sobre dos ruedas pensé que igual había otra persona sentada en otra terraza que viéndome, pensara que yo también formaba parte de esa fauna rara.