5/20/2008

Pedro en el Matadero

Ir de negro y con pasamontañas. Esa era la "petición" que Pedro Bericat (el artista artífice de todo esto) nos dió para participar en su performance.
Tuvo lugar el pasado sábado 17 en el Antiguo Matadero. ¿La hora? Las diez de la noche. Esa hora a partir de la cual, las sensaciones no se sienten de igual manera que a las diez de la mañana.
No voy a hacer la crítica de la performance, supongo que no sería ecuánime ya que participé en ella, además, ni soy quién para hacerla ni Pedro la necesita.
Solo diré lo que sentí y que tampoco tiene que coincidir con lo que sintieron los demás.
Cuando me propusieron participar, no lo dudé y dije que sí. Las dudas vinieron después, pero eso es típico en mí. Sabía qué sería una experiencia divertida y emocionante. Al igual que les ocurre a los actores cuando están en plena actuación, (lo sé por experiencia), yo noté que había una corriente de energía entre todos nosotros y eso me ayudó a templar los nervios que tenía.
El público se concentró en una sala a oscuras del Matadero, que daba a la calle y cuyas paredes eran de cristal. Delante de una de esas paredes, en un pequeño pasillo, también a oscuras, que da acceso al Centro Cultural, nos situamos nosotros. Cuando Pedro dió la orden y con los pasamontañas puestos, comenzamos la performance. Pusimos en marcha unos pequeños transistores que llevábamos en una mano y los acercábamos a unas pequeñas linternas de suave luz morada que llevábamos en la otra. Al acercarlos, se producían interferencias en los transistores y ese sonido, junto con el que hacía una sirena que llevaba Pedro se creó un ambiente que sobrecogía y que te hacía meterte en el papel ( aunque todavía no sé en qué papel) Hacía que te sintieras parte de un todo. Solo duró diez minutos, pero fueron intensos.
Cuando se dió por terminada, nos dirigimos como en procesión hasta unos bancos de madera que había allí, en la calle y cual no fué mi sorpresa cuando sentí (no lo ví, no me atrevía a mirar) que el público, que hasta entonces había permanecido a oscuras en la habitación acristalada, salía y como si de ratones detrás de Hamelín se tratara, venían detrás de nosotros. En ese momento, a mí me entraron ganas de salir corriendo llamando a mi madre. Es que no sabía las intenciones que llevaban. Pensé que igual no habían entendido nada y nos querían pegar !qué sé yo! Pero no, nada de eso, creo que se habían quedado con ganas de más, o.........quizá pensaban que todavía no había terminado. Detrás de mí oía preguntas del tipo: ¿A dónde vamos? y respuestas como: !Y yo qué sé!
Cuando vieron que nos sentábamos en uno de los bancos de madera y que no hacíamos nada más, se autoconvencieron de eso, de que no hacíamos nada más y entonces rompieron en aplausos y regresaron al interior del edificio.
Nosotros nos fuimos a cenar. No veas lo que desgasta el arte.





5/15/2008

Relexiono, luego existo.

De las 24 horas que tiene el día, mi tiempo preferido de reflexión es el que transcurre entre el momento en el que me meto en la cama y el que me quedo dormida.
Por supuesto, no es el único, a lo largo del día también reflexiono. Lo hago mientras camino por la calle, cuando voy en el autobús y cuando mi trabajo diario me permite no prestar demasiada atención a lo que estoy haciendo. Pero sin duda, el silencio que hay en mi calle y la casi total oscuridad de mi habitación, invita a meditar.
Reflexiono sobre lo que me ha pasado, sobre lo que haré y sus posibles consecuencias. A esas horas de la noche (estoy hablando de más de las dos de la madrugada) me vienen ideas para hacer postales que luego envío a mis amigos, ideas para desarrollar en mi blog, ideas para incluir en las obras de teatro en las que participo........
Aunque parezca fácil, no lo es, no es un chollo, porque no todas las noches son fructíferas en ideas, es más, son muy pocas en las que nace un germen de ellas, además, tengo un problema y es que no me suelo acuerdar de casi nada cuando me levanto por la mañana.
En ocasiones he pensado dejar un lapicero y una libreta en la mesilla y anotar en ella todo lo que me viene a la mente, pero es que si enciendo la luz y me pongo a escribir, pueden ocurrir dos cosas: Que me espabile (! y mira que ya soy espabilada!) y no pueda volver a coger el sueño, o que mi pareja, con la que además de muchas otras cosas, comparto cama, se despierte y me "invite" a irme a otra cama a escribir.
Hay noches que reflexiono sobre si esto de reflexionar es tan bueno como dicen ya que en ocasiones, hacerlo me genera más dudas y para resolverlas ¿qué hago? reflexionar más y esto se convierte en la pescadilla que se muerde la cola.
A veces se me amontonan los temas sobre los que pensar. Las dos últimas noches he estado reflexionando en todo lo que les ocurre a algun@s de mis amig@s.
Me cuentan sus complicadas vidas y lo hacen porque creen que les puedo ayudar.
Les escucho y a veces doy consejos aunque no sirve de nada. No me hacen caso, siguen a lo suyo, pero quieren que siga escuchándoles. Es su terapia y después de contármelo se sienten mejor. Aunque claro, luego, la terapìa la tengo que hacer yo.
Esperan mi opinión y en esta ocasión voy a dársela a través de mi blog:
Ana, va por ti. Olvídate de esa persona. No es justo que tú estés dispuesta a renunciar a tantas cosas y a cambio no recibas ningún gesto similar por su parte. Y tú, Joaquín, tantas dudas, tantas dudas. Que si ahora sí, que si ahora no, que si ahora te dejo y que ahora vuelvo de nuevo, pero......¿Por cuánto tiempo? Personalmente, creo que no aguantarás mucho más de un año. También te digo que, !Ójala! me equivoque.
Voy contigo Susana. Ya está bién de tantos lloros y melancolías. Ponte las pilas. El tiempo pasa muy rápido y tú lo estás perdiendo.
!Ufff! ¿Porqué suponen que mis consejos les van a ayudar? ¿Y si no estoy a la altura de lo que esperan ? Me asusta pensar que pueda acabar como Aramis Fuster o incluso peor, como la bruja Lola.
Las doce de la noche. Me voy a la cama a reflexionar. Reflexiono, luego existo.